Los niños captan la comunicación inconsciente que se les envía, percibiendo cómo nos dirigimos hacia ellos, mereciendo explicaciones y anticipaciones para comprender lo que sucede a su alrededor y a sí mismo. Las palabras dan significación a las emociones.
Puede considerarse al bebé o niño pequeño como emisor por ser fuente de estímulos ya que provoca respuestas en su cuidador, transmite mensajes y manifiesta sus necesidades
Los niños desde su nacimiento buscan estímulos.
Es necesario tratar de decodificar las señales que con su llanto nos está demandando el bebé, ya que está expresando su displacer a través del llanto. Es decir, nos está comunicando que algo le sucede, que algo necesita y así el bebé o niño pequeño es considerado un interlocutor favoreciendo el contacto y entendimiento entre la díada (ya sea con la madre/padre o cualquier cuidador). Se produce una retroalimentación entre ambos polos.
Acuerdo con F.Doltó en que “desde muy temprano el niño está abierto al sentido del lenguaje maternal, así como al sentido humanizante de la palabra que se dirige con compasión y verdad a su persona.”
Mientras que A. Riviére sostiene: “las crías de nuestra especie, nacen en un contexto de interpretación humana, que da sentido de forma diferenciada a sus patrones expresivos y permite que las figuras de crianza se sitúen en la zona de desarrollo potencial, más que en la actual, e interpreten como dotadas de sentido e intención sus pautas expresivas.”
Lic. Gabriela Castellano