Como sostiene Diez Navarro: “…el niño pequeño nos habla de sí mismo con los lenguajes que conoce mejor. Con su cuerpo, con sus movimientos, con sus juegos, con sus lágrimas, con sus enfermedades, con sus sonrisas...”
“…Puede mostrar satisfacción, plenitud y “contento muscular”.
Puede mostrar inquietud, nerviosismo, angustia, emoción.
Puede mostrar curiosidad, apatía, cansancio, dolor, tensión…
Y ganas de vivir, o desganas”
Puede mostrar inquietud, nerviosismo, angustia, emoción.
Puede mostrar curiosidad, apatía, cansancio, dolor, tensión…
Y ganas de vivir, o desganas”
El llanto o no llanto, el juego o su falta, la palabra o el silencio, la sonrisa o su ausencia, el ceño fruncido o las cejas arqueadas de asombro, el lenguaje corporal y no verbal, son y deben ser considerados modos de expresión, “deben leerse” y deben escucharse ya que no solo debe tener preponderancia lo que se dice con palabras. “Es decir, que el niño nos habla de sí mismo con su cuerpo y su movimiento y precisa una escucha una mirada, un respeto y un entendimiento.”
Lic. Gabriela Castellano
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