Dar a un chico lo que necesita no es malcriar; es llenar sus necesidades y carencias, porque en palabras de Laura Gutman[1] “nadie pide lo que no necesita”. Muchos padres temen no saber descifrar qué pide o necesita el bebé. El llanto del bebé es una de las experiencias cotidianas más angustiantes para quienes tienen a su cuidado a un recién nacido. Y su llanto, al igual que el de los adultos, puede tener origen tanto en una molestia física, como en la angustia emocional. Freud define al bebé como un cachorro humano necesitando siempre de otros para estructurarse como sujeto[2] , es decir, que cuando el cachorro humano siente una tensión producida por el hambre, la sed, el cansancio, o la necesidad de contacto reclama a través de su llanto una descarga de ese estado difícil de soportar y así es como demanda un acto que solamente otro humano puede ejercer. Es decir, es preciso que alguien en ese momento descifre el sentido de ese llanto por ejemplo: “llora porque tiene hambre”, “llora porque quiere que lo alcen” y que luego de descifrarlo intervenga con su hacer. Generalmente puede mencionarse a la madre o a quien cumpla la función materna como mediador para inscribir una primera experiencia de satisfacción en el bebé.
[1] Gutman, Laura. “La maternidad y el encuentro con la propia sombra”. Editorial Del nuevo Extremo, Buenos Aires. Agosto 2003.
[2] Baraldi Clemencia, Capitulo: Intervención temprana los preliminares del jugar.
Micaela Pighin - Gabriela Castellano
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