"... La mejor forma de impedir los cambios es instalarse en la queja y el lamento, reprochando los golpes, contratiempos o adversidades que nos ocurren, adjudicando al destino, o a los demás o a las circunstancias, la responsabilidad total de nuestros percances, y presentándonos como víctimas indefensas, como si no tuviéramos ninguna responsabilidad ni participación para modificar la situación. Aunque el cambio sólo signifique aceptar lo inevitable."
Un lugar para jugar: el espacio imaginario. G. Brites de Vila y Marina Muller.
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